Plantearte un cambio en tu hogar puede generar muchas dudas, entre ellas, cuándo es el mejor momento para contratar un interiorista. Quizás te preguntes cómo te podrá ayudar, si debes contar con su apoyo desde el inicio de tu proyecto y si te ayudará a reducir costes de mobiliario, decoración y obras… ¡Y de tiempo!
Vaya por delante que el trabajo que hacemos los interioristas consiste en aprovechar al máximo los espacios, diseñando la mejor distribución posible y mejorando su estética y funcionalidad. Es decir, conseguimos que sean únicos, bonitos y, a la vez, prácticos al uso de las personas que viven en ellos.
Por eso, lo recomendable es que cuentes con el apoyo de un interiorista desde el primer momento, es decir, desde el instante en que empiezas a pensar que hay algo que te gustaría cambiar en tu casa y consideras que es hora de explorar opciones para hacerlo.
Puede que aún tengas dudas, que te estés planteando si es algo que ahora necesitas. Si es tu caso, en este artículo encontrarás 5 indicadores de que es momento de consultar los servicios de un interiorista.
1 – Cuando tu espacio no cubre tus necesidades
Si sientes que tu espacio no te gusta, que no tienes “sensación de hogar”, que no te es funcional y práctico… entonces es momento de consultar con un profesional del interiorismo.
Puede que tengas claro que quieres una habitación extra, o que no te sientes cómoda/o en determinadas estancias de la casa o en toda ella. En cualquier caso, un interiorista te dará una visión externa enfocada en lo que realmente necesitas para sacar el mejor provecho en cada situación de manera personalizada.
2 – Cuando quieres sentirte a gusto en tu casa
Además de funcionalidad, las personas buscamos bienestar en nuestros espacios. Queremos estar a gusto en casa.
Realmente, funcionalidad y estética deben ir de la mano, en perfecto equilibrio. Y el interiorismo se ocupa de ambas para que, en la práctica, en el uso, sientas que todo está en su sitio y que cada detalle de tu hogar acompaña tus momentos y te hace sentir bien.
3 – Cuando tienes poco tiempo para dedicar a tu interiorismo
Puede que tengas muchas ideas, pero te veas incapaz de llevarlas a cabo tú misma ni de estar detrás de todas las personas implicadas tal como te gustaría. Tienes otras obligaciones y no puedes estar pendiente de tu proyecto de interiorismo cada día.
En este caso, tu interiorista será tu mano derecha, para dar forma a tus ideas, diseñar tu proyecto y coordinar toda la renovación de tu hogar, de manera que el resultado sea un éxito. Y tú no hayas perdido tiempo en ello.
4 – Cuando quieres ahorrar dinero
Si hay algo que sale caro es reformar tu casa sin pensar en una correcta distribución, o comprar muebles sin pensar en su uso o en sus correctas dimensiones, o invertir en acabados que te cansan, o comprar objetos decorativos o textiles sin una coherencia estética.
Un interiorista será tu aliado para que la transformación de tu vivienda se ajuste a tus necesidades, preferencias y presupuesto y, especialmente, para que cada céntimo que inviertas sea justamente eso: una inversión y no un gasto.
5 – Cuando te lo estás pensando: ¡ese es el mejor momento!
Mucha gente piensa que es mejor esperar al verano, a las vacaciones o a otra época en que tendrán más tiempo libre, pero todas estas suposiciones son equivocadas.
En épocas como los meses de julio y agosto, o Navidad, es más complicado encontrar buenos profesionales del sector con tiempo disponible. Además, muchos proveedores cierran por vacaciones y los plazos de entrega se alargan.
En realidad, el mejor momento para contratar un interiorista es justamente cuando estás pensando en tu proyecto, sin prisas de por medio.
Además, un buen proyecto de diseño de interiores necesita su tiempo y se cocina a fuego lento: ello garantiza agilidad en su ejecución y éxito en su resultado.
Con la ayuda de tu interiorista tendrás apoyo y claridad en todo momento:
- desde el inicio, cuando tienes tus primeras ideas y buscas la ayuda de un experto;
- en el diseño del proyecto, para materializar lo que buscas en tu espacio,
- durante la ejecución de las obras de reforma (si el proyecto lo requiere), en las que el interiorista supervisará todo el trabajo para que la ejecución sea el fiel reflejo del proyecto diseñado para ti;
- hasta el momento final, en el que por fin te reencuentras con tu espacio, adaptado al 100% a tu vida y tus gustos.